En cualquier sistema económico, la administración de los recursos escasos exige elegir entre usos alternativos. Los recursos disponibles a lo largo del tiempo se combinan para, de acuerdo a determinadas tecnologías y preferencias, producir bienes y servicios para la satisfacción de necesidades de la sociedad.
La sociedad, sus instituciones y su modelo económico han de procurar compatibilizar el bienestar individual y el interés colectivo. Una sociedad dinámica ha de buscar continuamente mejoras en la eficiencia de su sistema de organización de la producción, de la distribución y del consumo de bienes y servicios, procurando, al mismo tiempo, generar condiciones de equidad en la redistribución de la renta y de la riqueza.
La producción y distribución de bienes y servicios en una sociedad se realiza mediante un conjunto de actividades interconectadas que conllevan un número casi equivalente de intercambios o transacciones entre las partes que intervienen en el proceso. Fácilmente puede observarse cómo una parte muy significativa de dichas transacciones es de carácter intermedio, en el sentido de que la inmensa mayoría de los bienes y servicios producidos en la economía lo son para ser empleados en nuevas producciones. Estos procesos se encaminan a satisfacer las necesidades de los consumidores últimos (demanda final). Es decir, los bienes se producen para que sean consumidos en uno o varios actos por los ciudadanos, familias y grupos que configuran la sociedad. El volumen y calidad de la producción depende del sistema de relaciones de producción e intercambio adoptado y, por tanto, de los costes de producción y de transacción asociados a la actividad económica.
La producción de bienes y servicios puede realizarse individualmente y asociativa o colectivamente. La opción de una u otra alternativa dependerá de varios criterios, entre los que destaca especialmente el de eficiencia económica. Dicha elección estará en función del tipo de bien o servicio a producir, de la tecnología disponible y del tiempo económico en que se encuentre el proceso. En toda la actividad económica juegan un papel relevante las instituciones de que se haya dotado la sociedad.
En una economía, las unidades de decisión se pueden agrupar de la siguiente manera:
- Persona individual,
- Unidades domésticas familiares,
- Empresas y organizaciones, y
- Agencias gubernamentales.
El ámbito de acción de estas unidades viene conformado por el desarrollo institucional y social, el cual a su vez está condicionado por la estructura social de los derechos de propiedad (derechos de dominio y derechos de utilización), lo que determina el uso y la transmisión de bienes por y entre los agentes o unidades de decisión.
La demanda final, expresión de las necesidades y preferencias sociales, condiciona la actividad económica, en cuanto que sirve como punto de referencia para la organización de la producción y del intercambio y, en definitiva, para la asignación y combinación de recursos. La producción de una economía finalmente va encaminada a la exportación (a otros países), a incrementar la formación de capital acumulado del país, tanto físico (carreteras, edificios, maquinaria, puertos, etc.) como inmaterial (Capital humano) y al consumo del sector público y de las economías domésticas.
Estos sectores de demanda final (sector exterior, formación de capital, sector público y economías domésticas) condicionan autónomamente el nivel de actividad empresarial.
La división del trabajo conduce a la especialización y facilita la productividad.
Supongamos, por ejemplo, un proceso productivo de un bien cualquiera. Este proceso puede ser desintegrable en actividades diferentes que, por sus características intrínsecas, pueden ser llevadas a cabo en diferentes lugares y condiciones. El hecho de que sean desarrolladas por agentes independientes, o por un número inferior, dependerá del sistema de organización de la producción adoptado y, en última instancia, de la eficiencia económica asociada al sistema. La producción de este bien puede ser empleada bien como factor intermedio para la fabricación de otros bienes, bien para satisfacer la demanda final de la sociedad. En una economía abierta, la demanda final se descompone en demanda de exportación y demanda interna.
Ésta, a su vez, se diferencia en consumo e inversión, tanto pública como privada. Así, este proceso de fabricación puede necesitar la importación de bienes y servicios, la prestación de servicios públicos, el consumo total o parcial de capital acumulado (maquinaria, instalaciones, etc., así como las existencias almacenadas de períodos anteriores), además del empleo de recursos humanos y financieros. La remuneración por estas demandas tomará la forma de pagos por importaciones, impuestos, tasas y tarifas, amortizaciones, salarios, intereses y dividendos, etc.
Ésta, a su vez, se diferencia en consumo e inversión, tanto pública como privada. Así, este proceso de fabricación puede necesitar la importación de bienes y servicios, la prestación de servicios públicos, el consumo total o parcial de capital acumulado (maquinaria, instalaciones, etc., así como las existencias almacenadas de períodos anteriores), además del empleo de recursos humanos y financieros. La remuneración por estas demandas tomará la forma de pagos por importaciones, impuestos, tasas y tarifas, amortizaciones, salarios, intereses y dividendos, etc.
En base a todo lo anterior, se pueden establecer dos casos extremos de organización de la producción y del intercambio. Por un lado, se podría establecer una economía planificada, en la que los agentes (especialmente empresas) que desarrollan las actividades son meros ejecutores de las directrices contenidas y expresadas en los planes elaborados centralizadamente. La unidad central coordina y controla todas las actividades y para ello puede ejercer un poder coercitivo. En el otro extremo, en una economía de mercado, cada actividad –intermedia o no- puede ser realizada libremente por uno o varios agentes (empresas) que poseerán derechos de propiedad sobre los activos y que, consecuentemente, los utilizarán como lo consideren más oportuno.
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